El papel de las radios mineras el golpe de 1980 - Una batalla comunicacional
El autor rememora 10 días en los que un
aprendiz de periodista y otros radialistas mineros lideraron una batalla
por la democracia.
Delfín Arias Vargas
periodista
A partir del
mediodía de ese 17 julio y durante 10 días, Radio La Voz del Cobre,
junto a otras de la Cadena Nacional de Emisoras Mineras, se convertiría
en bastión de la libertad de prensa y de la democracia, y denunciaría al
mundo los crímenes que García Meza y sus secuaces.
El reloj marcaba la media mañana de aquel 17 de julio de 1980 y un
aprendiz de periodista radial llegaba a la puerta del Sindicato Mixto de
Trabajadores Mineros de Corocoro en ese ya lejano día. En el interior
de la sede sindical se encontraban las instalaciones de Radio La Voz del
Cobre, emisora de propiedad de los mineros de ese yacimiento productor
de cobre que funcionaba en el interior de la sede sindical.
La puerta principal del Sindicato se encontraba cerrada, mientras la
noticia de un nuevo golpe de Estado, que había estallado en Trinidad, se
multiplicaba por el campamento minero. De pronto, la puerta lateral de
la sede de los trabajadores del subsuelo se abrió y dos periodistas
‘profesionales’, que la Comisión Radio del Sindicato había contratado
unos seis meses antes, salieron presurosos cargando un par de maletas.
-A dónde van, preguntó el aprendiz de periodista, un joven de unos 20 años.
-Nos vamos, a nosotros nos contrataron para hacer periodismo
profesional, no político; respondió el mayor de ellos, mientras subía
una de las maletas a un camión que, cargado de estuco, se dirigía a la
ciudad de La Paz. El chofer había detenido su vehículo ante las señas
que le hicieron ambos locutores, casualmente hermanos.
El locutor de marras, del que no vale la pena revelar su nombre, 25 años
después, en diciembre de 2005, sería electo diputado en las listas de
un frente político que postuló a un expresidente que fue derrotado en
las urnas por Evo Morales. Su hermano menor hoy es director de una radio
emisora que transmite desde una ciudad ubicada en el sur de Bolivia.
A los pocos minutos de la inédita huida de Corocoro de ambos
‘profesionales’ del micrófono, llegó a la puerta del Sindicato don Luis
Ramos, a la sazón presidente de la Comisión Radio, un viejo minero del
que a finales del 2012 supe que dirigía en El Alto, pese a sus años, un
club de adultos mayores que comparten juntos la recta final de sus
vidas.
–Delfín, ¿dónde están los locutores? ¿No sabes por qué no llegó todavía
don Valentín Huayllari a encender la radio?, preguntó preocupado don
Luis al novel periodista.
–Don Luis, los dos locutores acaban de irse de Corocoro, le respondió el joven.
Don Valentín era entonces el operador de Radio La Voz del Cobre. Era el
encargado de encender y apagar los viejos equipos que transmitían en
onda larga y corta, y que funcionaban a lámparas. Los vetustos
transmisores trabajaban en tres emisiones: tres horas por la mañana, dos
horas al medio día y cinco horas por la noche. Los salarios de los
cinco o seis radialistas, los pagaba la Comisión con aportes mensuales
de los trabajadores mineros de Corocoro.
A partir del mediodía de ese 17 julio y durante 10 días, Radio La Voz
del Cobre, junto a otras de la Cadena Nacional de Emisoras Mineras, se
convertiría en bastión de la libertad de prensa y de la democracia, y
denunciaría al mundo los crímenes que García Meza y sus secuaces
cometían en los centros mineros y en ciudades como La Paz, donde el día
del golpe los paramilitares asesinaron al líder socialista Marcelo
Quiroga Santa Cruz, al dirigente minero Gualberto Vega y al legislador
Carlos Flores.
A 34 años de la asonada, los cuerpos de los tres mártires continúan
desaparecidos, mientras sus verdugos: Luis García Meza y Luis Arce
Gómez, ambos sentenciados a 30 años de cárcel sin derecho a indulto,
pasan más días en el Hospital de Cossmil que en el penal de máxima
seguridad de Chonchocoro, donde supuestamente deben cumplir su condena.
La Cadena Nacional de Emisoras Mineras estaba conformada por Nacional de
Huanuni, Pio XII de Siglo XX, Viloco de Viloco, Vanguardia de Colquiri,
La Voz del Minero de Catavi, Chichas de Telamayu y La Voz del Cobre de
Corocoro, entre otras radios alternativas.
Fue La Voz del Cobre la que denunció, por ejemplo, el bombardeo que un
avión golpista hizo a las instalaciones de Radio Vanguardia de Colquiri
durante el tercer o cuarto día después de la asonada. El dato fue
comunicado a la emisora por fuentes de la Iglesia Católica del Obispado
de Corocoro, quienes, a su vez, recibieron la noticia mediante un
sistema de radiocomunicación católica con el distrito minero de
Colquiri.
Entre el 17 y el 27 de julio de 1980, decenas de dirigentes mineros,
campesinos, de clubes de madres y de las juntas vecinales expresaron su
voz de rechazo a la dictadura recién instaurada y que había acabado con
el gobierno de Lidia Gueiler Tejada. Radio La Voz del Cobre fue la voz
de la resistencia, hasta que tropas de los regimientos Max Toledo y
Bolívar, acantonados en Viacha, finalmente tomaron Corocoro, asaltaron
las instalaciones de la radio y la acallaron.
Fueron diez días en los que el aprendiz de periodista y otros
radialistas mineros tuvieron el honor de liderar desde los micrófonos de
Radio La Voz del Cobre una batalla comunicacional por la libertad y la
democracia, una batalla que debió ser encabezada por dos locutores
‘profesionales’, quienes, después del primer disparo golpista, no
tuvieron otra mejor idea que poner sus pies en polvorosa.
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