Días de relocalización en Corocoro

por Mario R. Duran Chuquimia (*)

A mi madre Yolanda Chuquimia, quien mediante sus palabras mantuvo el recuerdo vivo de los sucesos de Corocoro.


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El despido masivo de miles de trabajadores del subsuelo, entre ellos los mineros de Corocoro, ya es un hecho, aunque el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) pretenda disfrazarla de relocalización, algunas familias aceptan el traslado a lejanas y frías minas, a donde llevan sus enseres, sus muebles y la esperanza en mejores días. Otras familias no quieren alejarse del terruño que los vio nacer y vivir y con fe esperan que la crisis minera sea pasajera, aunque las  mas prudentes alistan maletas. La relocalización es el resultado de la crisis de carácter terminal que afecta a la otrora poderosa Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), provocada por la caída del precio de los minerales, que merma sus ingresos y la crisis interna, provocada por el excesivo personal, los elevados costos de producción de minerales, entre otras causas. 

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Fuente: Internet.

Aunque la relocalización es resistida mediante constantes movilizaciones de mineros, cuando la Marcha por la Vida es derrotada el desanimo cunde en las calles de Corocoro, así de a poco, lo que era un bulliciosa población que fue protagonista de hechos históricos, como cuando fue declarada ciudad capital por el presidente Mariano Melgarejo, cuando por sus calles se recibió con vítores a las tropas indígenas de Pablo Zarate Willka, que otrora albergara periódicos e incluso bancos antes de la Nacionalización de las Minas y cuando partían los camiones con mineros armados para defender la Revolución Nacional, famosa por sus carnavales y por ser cuna y origen de la danza y del traje del chuta, se convierte en un triste y abandonado páramo, las casas se dejan a cargo de cuidadores o son abandonadas y en las bocas de los vecinos se escucha que tal familia se fue a Cochabamba, otros a La Paz, otros a Argentina y a El Alto, así transcurren los días de relocalización.


Un día, en el patio del colegio Pedro Kramer, se representa una obra teatral que narra las vicisitudes de los relocalizados en las ciudades, las tomas de terrenos, la exigencia de viviendas y la vida en carpas de plásticos, la búsqueda del inexistente trabajo, las  huelgas y las crucifixiones demandando derechos laborales, un calvario sobre la sobrevivencia hecho teatro, los asistentes a la representación teatral entendemos el mensaje de sufrimiento que nos espera lejos de Corocoro. Años después me entero que la obra teatral gano un concurso departamental y fue representada en varios centros mineros. 



Frontis del Colegio "Pedro Kramer" - Corocoro - El Click.

En Corocoro durante los meses de agonía posteriores al cierre de operaciones de la Empresa Minera Corocoro (EMC), se intentaron diferentes actividades como la construcción de invernaderos para la producción de verduras y hortalizas, la crianza de conejos y cerdos, se distribuyen leche, trigo y harina de donación estadounidense, pero ya las clases en las escuelas y colegios son intermitentes por las protestas y huelgas de maestros, el movimiento económico es casi inexistente pues hay muchos vendedores y pocos compradores, de cuando en cuando pasan los carros que transportan estuco de la vecina localidad de Pando, las familias hacen su propio pan y cocinan sus alimentos con combustible de origen animal ya que el gas licuado de petroleo es un lujo, en las noches las calles se tornan oscuras apenas iluminadas con velas, mecheros o lamparas de gas de las pocas tiendas que se animan a abrir sus puertas y exponer sus productos. Las poblaciones que dependían del comercio de abastecimiento de productos a Corocoro sienten los efectos en su economía y sus ferias se vacían.

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Mi mascota Randall (1987) 

Mi madre Yolanda como cabeza de familia durante el almuerzo familiar nos comunica su decisión para trasladarnos a la joven ciudad de El Alto, después de escuchar a mi madre, nos abrazamos como familia y empezamos a prepararnos para el viaje a El Alto, luego con el rostro compungido salgo al patio de mi casa, abrazo y me despido de mi mascota Randall, mascota que se quedara al cuidado de un familiar. Días después  en vísperas de Navidad de 1987, nos transportamos a dicha ciudad en un carro que transportaba estuco junto a nuestras ropas y enseres personales mas esenciales.   

(*) Mario Duran Chuquimia vivió parte de su infancia en Corocoro.   


Lecturas adicionales

En 1985 el Decreto Supremo de Víctor Paz Estenssoro, relocalizó a 27.000 mineros de la minería estatal.  

Josefina y la Crucifixión


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